Gracias, Gabo
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El momento que ningún colombiano quería que llegara, ocurrió durante la tarde del 17 de abril. Las esperanzas que teníamos algunos incrédulos, de que Gabriel García Márquez fuera un ser inmortal, se desvanecieron en cuestión de segundos.
Apenas la noticia se supo en México, lugar de su fallecimiento, se extendió como pólvora por las redes sociales y el mundo entero empezó a lamentar la gran pérdida. Volvieron a resonar en nuestras mentes palabras como Macondo y mariposas amarillas, nos acordamos del viejo coronel que esperaba con ansias el dinero de su pensión, de la muerte de Santiago Nasar y por supuesto, de la familia Buendía.
Gracias a Gabo supe que en el departamento del Magdalena existía un municipio llamado Aracataca, me enteré de que el cólera es también una enfermedad y que en Suecia entregan cada 10 de diciembre, – el día de mi cumpleaños -, unos premios llamados Nobel a los mejores de los mejores.
Estando muy pequeña vi en los noticieros la imagen de nuestro paisano, elegantemente ataviado con un liqui liqui, estrechar la mano del Rey Gustavo de Suecia al recibir el prestigioso premio. Gracias a Gabo pude entender la idiosincrasia de los colombianos y como todos, descubrí en su obra cumbre, que ese Macondo no era un pueblo ficticio, sino la prosperidad y la decadencia en la historia de mi patria.
A Gabriel García Márquez solo nos queda agradecerle eternamente por dedicar su vida a plasmar el realismo mágico en un papel. A quienes vivimos para escribir o escribimos para vivir, la pérdida es doble, porque se nos fue el más grande…el leer cada una de sus letras, fue y seguirá siendo, un inmenso placer.
¡Gracias, Gabo!
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