Camping en el Sequoia National Park
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Mi principal objetivo para este verano fue organizar diferentes excursiones, para que mi pequeñita conociera más de cerca la naturaleza. El evento principal de este plan era la visita a uno de las reservas más bellas del mundo: El Sequoia National Park.
Iba a ser nuestro primer camping y lógicamente había mucha expectativa, especialmente en los adultos; varias veces nos preguntamos ¿soportaremos la experiencia? ¿Seremos capaces de dormir en el suelo, esquivar a los mosquitos y disfrutar el paseo? Las dudas solo afectaban a los adultos de la familia, pues la chiquita no disimulaba su emoción. Según ella, iba a jugar con los conejos, saludar a las ardillas y tocar la piel a los osos.
Así fue como abuelita, daddy, tía, la peque y la escritora de este blog, tomamos rumbo hacia el norte y tras 6 horas de viaje, llegamos al que muy pronto se iba a convertir en uno de nuestros destinos favoritos. El ranger o guardabosques nos daba la bienvenida, mientras nuestros ojos se deleitaban observando un paisaje de inmensa belleza.
Encontramos el lugar perfecto y empezamos a montar nuestro campamento. La pequeñita estaba maravillada y la escena era igual a la de Blancanieves en el bosque, llamando a todos los animalitos para que se acercaran a ella.
La primera noche fue increíble, aunque el cuello me dolía de tanto mirar al cielo, de ver un firmamento casi blanco, de tantas estrellas que contenía. Después de apagar la fogata, todos fuimos a dormir.

En estas cajas, se guarda la comida y los objetos con olores fuertes, protegiéndolos de los osos
El siguiente día estuvo dedicado a visitar al General Sherman, el árbol más alto del parque y uno de los más grandes del planeta.
Las enormes sequoias parecían de mentira, de lo robustas y gigantes que son. Definitivamente, el dicho aplica muy bien para este caso, hay que verlo para creerlo. Las fotos no hacen justicia a la imponencia de estos árboles.
La noche estuvo tranquila, jugamos y comimos alrededor de la fogata, melancólicos por el inminente regreso a casa.

La tía Natalia se encargaba de la hoguera
En conclusión la experiencia fue bastante positiva. Sí pudimos dormir bien, no había mosquitos y disfrutamos mucho del paseo. La que más lo gozó fue la pequeña de la familia, quien sugirió antes de emprender el regreso, que había que regresar 5 veces al bosque. Y seguro que lo vamos a cumplir.

Una foto para el recuerdo
Aclaratoria: Este artículo ha sido patrocinado, ya que soy bloguera y miembro oficial del Britax Latina Advisory Board. Como siempre, todas las opiniones, ideas e historias son propias.
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